jueves, 24 de junio de 2010

El Esqueje.

El Esqueje.
Un rompiente de verde blando, marca el principio.
Nacimiento anhelado de un retoño en el parterre.
Donde habitó la rosa entre las rosas. La Rosa.
En los comienzos era incoloro, pequeño, translúcido.
Fue tomando ese color portador de la inocencia.
Ese inmaculado, prístino, sin mancha, su lactosidad inmensa.
Reluciendo por su áureo porte,
Su blanco majestuoso. Rosa Blanca.
El esquivo tiempo, transcurre con parsimonia y toma prestado
Le va entregando porte, le va confiriendo la tonalidad
Propia de su adolescencia, ese sonrosado, ambiguo paso
La inconstancia de la juventud, traza sus senderos. Rosa Rosa.
Estudia, investiga, encuentra, toma, rechaza, elige,
Enriquece su ser, tornando en sabiduría todo su ver
Cuán si fuera rosa de Alejandría. Rosa Amarilla.
Sigue rompiendo moldes, trazando líneas, distribuyendo dires
Apropiando diretes, su estómago va controlando las mariposas
Ya va tornando la alegría soñada, aparece el amor, la entrega
El encelamiento, las noches cálidas, sudor tras fragor batallesco
La entrega sin igual entre bambalinas, las perlas ensangrentadas
La confusión perdonada, la pasión. Rosa Roja.
Todo transcurre al son alegre creado con amor, con ilusión
Llega la armonía, la tranquilidad, el sosiego, la esperanza
El compartimento comprensivo, el tú, el yo, el nosotros
Son los años turquesa, protectores, apoyadores de todo
Son límites, en la larga, en la corta, en todas las distancias
Es el tiempo sin tiempo, todo fluye,
Nada se diluye. Rosa Azul Turquesa.
Las pérdidas aparecen, propias de la madurez
Tus ancestros, los míos, llegan las agujas salitrosas
Los momentos desesperados, las partidas, las huidas
Momentos de buenos timoneles, de superaciones,
De ilusiones desechadas
Unos perecen en la tormenta, entre las olas turbulentas
Otras ni tan siquiera comienzan a florecer, mueren en su nacimiento, duros momentos, cuando tornan
La luz al violeta. Rosa Púrpura del Cairo.
Cúmulo de vida, y de muerte. Flores por nacer, otras marchitas
Engendro de belleza acabada, brillo sin luz, ni sol
Elementos sabedores de los pedazos sin reparación
Destrozado en la contienda, apartado del aire, enclaustrado
Entre paredes donde pagar su penitencia, los males infringidos
Momento de mezclas del rojo escarlata con el oscuro manto
Entrega a la gran señora. Vencedora por paciente. Sabedora de la llegada de todos. Antes o después. Ella nos espera. No sabremos reír el último. Siempre la última risa, será de Ella.
Su porte majestuoso inflige respetuoso Miedo. Rosa Negra.
(Y El Caminante y su Sombra, enELPAIS,LaComunidad.Aquí)

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