martes, 21 de mayo de 2013

Mi Comayagüela es azul…,


Mi Comayagüela es azul…
Juan, me han llamado tras la espesa bruma
De la azul escarapela, de la montaña bravía
Ha sonado sin sorna, ni lamento, apenas sibila
Hubiera oído el siseo de sus pies arrastrar.
Ramón, y cuenta contubernios de alcoba,
Rechiflas de antesalas huecas, y adorada luna
En la piel tardía de la ladera, lloran tus hijos
Del fervor entre féminas, de natural talante.
Molina, ciego le dicen, por no dejarse nublar

Ante las luces de unos brillos impíos, sesgados
Pasa su sed, de entre albores circunspectos
No desea lamer manos acuosas de intelectos
Raudos en segregar la inmundicia del perdón.
Pescas sirenas, donde yacen muertas las colas,
Sensitivo tu pecho, anida en tréboles pasmosos
La fosa olvidada, anhela el noctívago estertor
Donde el traje será expuesto, y tus huesos
 Portará de etiqueta premonitoria, sin cirios.
La eterna guerra transmutará cuan batalla
Perdida entre zagales insurrectos, divagando.
Será metempsicosis en el jardín, donde el faquir no hallará la muerte del león, sobrará.
Y una virgen, provocará la caída de Luzbel
En las ansias de un anciano, de mano escrita
Entre letras de literata sedición,
 Y técnica pueril,
Han sabido esclarecer las aguas,
De nítidas cuan el reguero de Darío, maestro.
Mas no queda más,
Apoteosis final que redunda en mi camastro,
Donde yacer siento.
Entre la risa devota, la dentellada baldía e
Inocente, el abrazo querido, de un pueblo,
Ese, me vio correr en Comayagüela,
Beber del río, pacer de la montaña, y Esclarecer que en mis venas no había sangre
Sino un dulzón fluido de oscuro parecer, tinta.

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