jueves, 19 de septiembre de 2013

Entre hojas tintadas de vida, su mundo.

Entre hojas tintadas de vida, su mundo.

Perdido entre cubiertas y lomos
De desvencijadas historias
Me atrapó el miedo de la ignara conciencia
Sin hallar una salida, destrozado
Entre disyuntivas a tomar,
Mordiendo los abismos de caminos sinuosos,
Anegado cuan náufrago en el océano.
Y tras una brisa suave, lenta, apaciguadora
Con asideros por doquier
Preñada de verdades nacidas y recogidas
Simientes de mil y una noches.
Versátil en su aderezo para con los dispares

Conciliadora de gustos con encuentros,
Etérea se adornaba de luminiscencia nítida
Ella, portadora de la más longeva estirpe
De acuñadores del saber, allí entre legajos
Otrora vertidos en anaqueles reñidos entre ácaros
Ella, sí la descubridora del atavío primigenio
Cuidadora del delicado acervo del hallazgo
Mostróme aquel reguero de vidas encapsuladas
En solvente diatribas, en mitos alicaídos
Tras polvo añejo, de hirsutas canas, lejos
Tan cerca mis manos, mi pecho en su haber.
Déjose escudriñar mientras moldeaba el sino
Un derrotero preconcebido en el libre albedrío
De mi mente y el hilo conciliador de su tono
Dejado flotando cerca, tan cerca del espíritu
Que saboreo el brotar de una nueva ilusión
Saber nadar en el redil de las letras prendidas
Aquellas mismas donde tus pupilas me dijeron.
Donde mil barcos zarparon, tus ojos avivaron
El fanal que adentró las livianas mareas
Por relevar islas con tesoros, ballenas blancas,
Dictar los viajes a la luna, y las profundidades
O buscar el poema más bello del mundo,
Aquel que una vez escribió un viejo, sí canoso,

Longevo en su errar, firmaba sonetos de amor.

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