sábado, 21 de diciembre de 2013

Otoño, Porque te marchas…

Otoño, Porque te marchas…

Arrecias la tarde, con fuerza del céfiro gélido
Asediando mi rostro rendido y cobrizo,
Me azotas cuan si fuera culpable
Y te me marchas, sin un sorbo de benevolencia

Quizás me hice fuerte y no te adoré
Tal vez acogí alguna vez, al rudo invierno
De brazos abiertos, o arrojando tu recuerdo
Al recodo de las desdichas, al lugar del olvido.
No, nunca dejé de sorber tu baile sinuoso
Para con las hojas caídas, renovador de savia
Siempre idolatré tu entereza resignada
Sabedor de finales y gestas, ajustes de cuentas
Sanador de espíritus silentes, apocados soles
No, no te vayas sin dejar un atisbo de soslayo
Una muesca mordida en mi regazo, una señal
Asida en el cristal del glacial acervo naciente.
He sabido de dorado atuendo, lívido cuento
De héroes caídos, y batallas perdidas, vivencias
Descorchadas en manos altivas, que cimbrean
En el andén donde te marchaste, sin volverte
Tan siquiera a dejar colgando un beso perdido
Un sorbo de saliva de tus befos, un roce artero
Al menos déjame un hasta luego, no desdiches
La cómplice huida de dos amantes ausentes
Un soniquete de tu alma de viento escorado
Y un arpegio forzado por la silueta de tus ojos
Vendidos a un océano de salitre escurridizo
Velando que una vez fuiste álgido señor de mí
Hasta delirar entre esporas de preñez foránea
Bebiendo del cáliz seco del candoroso despido
Mas no, no me digas adiós, ya tengo tu índole
Impresa en mis labios de cristal,el adiós queda.

©Santiago Pablo Romero.El Caminante Y Su Sombra.Bluesman.

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